“En el ejercicio diario de nuestro ministerio apostólico nos puede ocurrir que percibamos voces de personas que arden en celo religioso, pero no dan suficiente margen al recto sentido de las cosas ni al juicio prudente. Creen ver sólo males y ruinas en la situación de la sociedad actual. Repiten constantemente que nuestra época va de mal en peor en comparación con el pasado. Se diría que no han aprendido nada de la historia que es maestra de la vida y que en tiempos de anteriores Concilios todo era perfecto en lo concerniente a la doctrina cristiana, a las costumbres y a la libertad de la Iglesia. Nosotros opinamos de modo muy diferente que estos profetas de calamidades, que presagian siempre la desgracia como si fuera inminente la ruina del mundo. Debemos ver, por el contrario, en los acontecimientos actuales que parecen traer un nuevo orden a la humanidad, un plan oculto de la divina providencia”
miércoles, 13 de agosto de 2008
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