Admiro a los chinos que han llegado a nuestro país, me maravilla su capacidad de trabajo y lo emprendedores que son, pero creo que las cosas les irían mucho mejor si no fuesen tan desconfiados con los que no son de su país. Los chinos sólo trabajan para otros chinos, se prestan dinero entre ellos, acuden a sus médicos (o similares), leen sus periódicos,... y, en resumen, se relacionan muy poco con en resto de la población, lo que hace que muchos de ellos apenas sepan cuatro palabras en castellano. La falta de dominio del idioma les lleva a perpretar auténticas joyitas, como el siguiente folleto publicitario que he recibido hoy en mi casa:
¡Con lo sencillo que habría sido pedir a un español que revisase el texto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario